A ver, lo primero: deja de gritarle a todo el mundo. Ya sé, nadie te entiende, nadie te hace caso y todo sale mal por culpa de otros. Nunca por ti. Estás rodeado de inútiles, los clientes no saben nada de publicidad y bastante haces con no liarte a tiros por el pasillo. Sí, ahora mismo es muy posible que estés dando puñetazos a la mesa, ¿verdad? En fin, lo tuyo es grave. Y pegando alaridos, maldiciendo y acongojando a tus compañeros lo único que puedes ganar este año es que alguien te calce una hos…Bueno, que te pare los pies. Así que empieza a elevarle a San Publicito esta plegaria, que le tienes contento.
“San Publicito, soy iracundo, pero ya no más. Y si un premio me das las paces haré con el resto del mundo”