Tu apetito de premios es insaciable. Te comes las estatuillas con los ojos y siempre te parece que hay pocas en el escenario para todas las que tú tienes pensado salir a recoger. Sin embargo, te acabas volviendo a casa con la pegatina del festival y una camiseta de recuerdo. Lo típico: te empachas de expectativas y acabas vomitando el fracaso. Míratelo, no vayas a acabar con anorexia. De momento, lo que San Publicito puede hacer por ti es echarte una mano para ganar los premios que te mereces, no todos los que pasan ante tus ojos mientras babeas como Homer ante una rosquilla. Elévale esta plegaria y a ver qué pasa.
“San Publicito, la gula me puede y me quiero curar. Por eso este año dame lo que puedas que no pido más”